La Historia de Cinthya

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Estoy compartiendo mi historia porque quiero que todos sepan lo grave que me enfermé de COVD-19 siendo una enfermera saludable y mamá de 36 años.

Tengo 36 años y he sido enfermera titulada y directora de un centro quirúrgico en Beverly Hills durante unos seis años. Cuando llegó la pandemia en el 2020, tuvimos que hacer muchos cambios en la forma en que hacíamos nuestro trabajo para mantener a todos a salvo, especialmente los procedimientos de control de infecciones en la limpieza y requerir que todos usen mascarillas. Además, restringimos quiénes podían ingresar a la clínica, por lo que los pacientes ya no podían traer a sus familiares con ellos. Intentábamos proteger a los pacientes, a sus familiares y a nosotros mismos, el personal de la clínica.

 

 

 

 

 

Nos hacían pruebas de COVID-19 semanalmente. El 9 de julio del 2020 recuerdo sentirme un poco “mal”como si tuviera un nivel bajo de azúcar en la sangre. Vi el resultado de mi prueba rápida cambiar de inicialmente negativo a positivo, así que le dije a mi jefe. Hicimos un seguimiento de inmediato con la prueba de frotis nasal. De hecho, esa también resultó positiva. Me enviaron a casa para ponerme en cuarentena. A pesar de que usaba una mascarilla N-95 en el trabajo todos los días y realizamos el rastreo de contactos en los días siguientes, no pudimos determinar exactamente cómo me contagié.

 

 

 

 

Los Primeros Síntomas de la Enfermedad

Al principio, me sentí bien, mayormente cansada. Luego, al día siguiente, me desperté con fiebre que duró un par de días. Luego vino una tos. Después de esto, recuerdo sentir una pesadez en mi pecho. Estaba tomando medicamentos de venta libre para la tos. Luego, mi médico me recetó un inhalador de albuterol para ayudarme con la respiración. Empecé a inclinarme (me acostaba sobre mi estómago) para ayudar a aliviar la congestión pulmonar. Pero una mañana me desperté y estaba tan cansada que le dije a mi esposo que tenía que ir al hospital. Me recordó que no podría acompañarme adentro, pero sabía que algo andaba realmente mal. Francamente, pensé que me iba a desmayar. Ni siquiera recuerdo cómo llegué al auto.

 

Camino al Hospital

 Cuando llegamos a la sala de emergencias, mi nivel de saturación de oxígeno estaba al 74% de lo normal. Me preguntaron si era fumadora porque me costaba mucho respirar. Yo no, nunca. Me iniciaron con antibióticos y vitaminas y me llevaron a la unidad de cuidados intensivos donde me administraron oxígeno de alto flujo. Lo que más recuerdo de estar allí es que fue intimidante, a pesar de que soy enfermera. Veía los tubos allí al lado de mi cama y me preguntaba si necesitaría ser intubada y, de ser así, ¿volvería a casa otra vez?

 

 

 

 

 

 

 

¿Y si no volviera a ver a mis hijas?  Estaban tan pequeñas y ambas cumplieron 3 y 5 años mientras yo permanecía hospitalizada.

 

Mientras estaba enferma, sentía calor, había perdido el apetito y sufría de ansiedad. Fue muy difícil no poder recibir visitas. Afortunadamente, las enfermeras de la UCI fueron maravillosamente atentas. Me pedían comida todo el tiempo con la esperanza de que comiera. Pero cuando no tuvieron éxito, inmediatamente me pidieron que tomara nutrición líquida, como Ensure. Esas enfermeras entraron a mi habitación y me hablaron tratando de asegurarme que estaría bien y que pronto estaría con mi familia. Esta fue la parte positiva ya que terminé pasando tres semanas en la UCI porque mi nivel de oxígeno seguía siendo peligrosamente bajo. Finalmente, también me hicieron una transfusión de plasma y recuperé algo de apetito y energía. Después de eso, comencé a creer que iba a salir adelante.

 

 

 

Devuelta a Casa

Aproximadamente dos semanas después de que me enfermé, mi esposo Saúl también dio positivo en la prueba de COVID-19. Afortunadamente, tuvo un caso mucho más leve, sólo fiebre, escalofríos, dolores corporales y tos. No era nada deseable, pero él pudo superarlo. Lo mejor de todo es que estaba lo suficientemente bien como para poder cuidarme cuando me dieron de alta del hospital.

Los dos nos pusimos en cuarentena en la parte trasera de nuestra casa. Nuestros hijos se quedaron en la parte delantera con mi mamá, lejos de nosotros. Todavía estaba increíblemente débil. Tenía una cánula nasal para darme oxígeno adicional. Necesitaba ayuda para levantarme de la cama, caminar al baño, ducharme y usar el baño.

 

Sólo podía dar unos pocos pasos y mi nivel de oxígeno bajaba a los 80. Básicamente, Saúl tenía que ayudarme con todo hasta que recuperara las fuerzas. Finalmente, después de cuatro meses, obtuve la autorización del neumólogo para volver al trabajo. Incluso entonces, noté que cuando me agachaba, caminaba o incluso cuando me levantaba de una silla me quedaba sin aliento.

 

 

 

 

 

 

 

Recibir la Vacuna

Afortunadamente, debido a que soy proveedora de atención médica en primera línea, recibí la vacuna

contra el COVID-19 en enero del 2021 en una clínica de vacunación en el Departamento de Bomberos de Los Ángeles. Tuve algo de dolor en el brazo, dolor de cabeza y escalofríos al día siguiente de mi primera inyección. Pero como enfermera, sé que fue sólo mi sistema inmunológico haciendo lo que se supone que debe hacer, ya sabes, desarrollando una buena respuesta a la vacuna. ¡Y sin vacilar, cambiaría con mucho gusto esos síntomas por las tres semanas que pasé en la UCI cuando tuve COVID-19!

 

 

 

 

 

 

 

 

Mi Mensaje Acerca del COVID-19 y la Vacuna Contra el COVID-19

Estoy compartiendo mi historia porque quiero que todos sepan lo grave que me enfermé de COVD-19 siendo una enfermera saludable y mamá de 36 años. Es muy contagioso y el hecho de que mi mamá estuviera en la otra habitación durante mi recuperación en casa también fue estresante. Ahora que tenemos la vacuna contra el COVID-19, espero que todos se vacunen tan pronto como esté disponible. Gracias a Dios, mi historia tiene un final feliz. Demasiadas personas que terminan en la UCI con COVID-19 no regresan a casa.

 

 

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